martes, 8 de septiembre de 2009

El capricho de Dios o de Dios y sus creaciones.

Ya andaba Dios en eso de crear animales y plantas para poblar la Tierra, cuando una idea que crecía en su ser, se transformó en desafío..

Hacía rato que las criaturas obedecían sus ocurrencias, y eso lo irritaba, pensaba que eran creaciones sin ambiciones, de futuros naturales, rústicas en sus sentimientos, salvajes en sus emociones. Él, quería una sorpresa.

Los días sucedían y el espectáculo más asombroso era ver como el depredador cazaba su presa. Los nacimientos en sí mismos constituían una rutina prodigiosa, pero Él, buscaba algo extraordinario. Quizás alguna tormenta despertaba un instante de admiración, o un amanecer, o el color de una nueva flor, pero se diluía al segundo o al tercer instante. Él, buscaba emociones perdurables.

Así pasaban los días… El mundo se echaba a andar en el círculo vicioso de la vida. Se respetaba a rajatabla la cadena alimenticia, y el equilibrio supremo reinaba en armonía.

Dios padecía sus malhumores. Los ángeles se preocupaban. Este nuevo sentimiento lo desvelaba y lo aburría con la misma ligereza. Nada le llamaba la atención.

Los animales no tenían más que el criterio natural de sus entrañas, y las verduras asumían su papel a la perfección, sin ánimos de invasiones, sin desprejuicio, ordenadamente.

Así, pasaban los días… También pasaban las noches.

Díos a veces se maravillaba, mirando a uno y otro lado del globo terráqueo.
-Nada, sólo más de lo mismo -Entonces, dejaba la Tierra a su abandono, mirando con recelo de su propio ingenio. Tomaba un descanso, se entretenía con otros menesteres, y volvía a la carga para concretar sus habilidades de Creador.

-Quiero un desafío -Palpitaba en su corazón.

-Estos animales no me prestan atención, siguen el circulo vital y nada les importa más que llenar sus vasos sanguíneos, sus estomas, sus vanidades.

-Quiero alguien como yo, que ocupe mis atenciones, y que yo merezca las suyas…

-Quiero algo que me rompa el corazón. Alguien por quien llorar, alguien por quien perder la cabeza. Quiero… quiero un alma por aquí, otra por allá, y en esta trilogía de sentimientos quiero descubrir algo que cambie mi historia para siempre. Que exista el antes y el después. Que mis criaturas sean como yo, o como a mí me hubiese gustado ser. Quiero trascender. Quiero vivir el infinito. Quiero romper el esquema de mi Creación. Quiero competencia. Quiero sentirme vulnerable. Quiero ejercitar mi paciencia. Quiero desplegar al extremo la capacidad de amar. Quiero perdonar. Quiero una razón para existir. Quiero hijos.

Y en ese torbellino de deseos, con un mismo pensamiento, su pedido más profundo fue tomando forma. Varón y mujer Dios los creó. Con el gozo divino, con la fuerza que solo Él pudo darle a su idea, con la luz de su imagen y a su semejanza, los hombres fueron pensados por primera vez.

Entonces su idea necesitaba materia. Tomó entre sus manos las tierras de los lugares donde los rayos habían caído, seleccionando las mejores vetas, tomándose su tiempo -la eternidad ya estaba de su lado-, mezcló las aguas que jugaban a despertar pasiones, y amasó este tesoro profundo recuperando la majestuosidad de Rey sobre todos los reinos, volviendo a la compostura que había perdido. Inspiró y exhaló omnipotencia, sabiduría, paz. Y volvió a amasar la mezcla con el resplandor de sus manos, depositando en el revoltijo sus deseos celestiales… Y sopló.

-Quiero que me sorprendan.

-Quiero una humanidad.

-Quiero un comienzo.

El aliento divino contrajo el material, el espíritu insufló vida. Sus manos dieron forma a la mezcla perfecta.
Comenzó un nuevo día. Despertaba una humanidad bajo el nombre de Adán.
Comenzó un nuevo día. Despertaba la Tierra bajo el nombre de Eva.

1 comentario:

Ula dijo...

Es viejo, pero vale en el rescate.