lunes, 24 de agosto de 2009

Del Dragón: Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia.

Había una vez un pirata llamado Jorgito, era gordo, viejo, gruñón y le encantaban los caramelos. Hasta que un día el estaba sólo en la popa del barco y apareció una horrible gorda gruñona a la que le encnataban las cosas saladas. Era la bruja Juana, y le puso un hechizo de mareo.
-¿por qué me mareo? se pregunto Jorgito, yo no me mareaba y ahora si ¿qué pasa? - le preguntó Jorgito a Juana. Juana le contestó - te hechizé JA JA JA se rió la bruja Juana.
Como el se mareaba no podía conducir el barco y llegaron a los 7 mares - ho no - gritó desesperado - como vamos a ir a la isla de los dulces, no se puede volver, estamos perdidos.
Jorgito gritaba cada 2 x 3, los otros piratas no lo podían soportar - para de gritar - grito Carlos el pirata - no te soportamos más, te vamos a llevar con el doctor del barco pepe. bueno contestó Jorgito.
Pepe, el doctor, le recomendó que encontrara a la mismisima bruja que lo hechizó, el sabeia que la bruja Juana vivía en una lámpara mágica como la de Aladin. Los piratas buscaron y buscaron y al fin la encontraron a la lámpara mágica, pero ahora ¿cómo iban a sacarla de la lámpara mágica? A el pirata Jorgito se le ocurrió deramar soda de naranja y así la bruja iba a salir. La bruja salió, pero no le sacó el mareo, sino que se casaron y fueron a vivir a la isla de los dulces y felizmente la bruja Juana dejó su molesto gusto por lo salado.

Cuentos del Dragón

Hace casi nueve años que domestico un Dragón de ojos amarillos. Este maravilloso ser cayó en mis manos en un halo de luz azul que lo impregnó todo, incluso mi alma. Ahora, mi pequeño compañero, tiene la dulce capacidad de desvelarme con cada palabra, se le ha ocurrido filosofar sobre la vida y la muerte, con miradas profundas, miradas de fuego. Le presto atención, con mi inmensa ignorancia, y creo que es entonces cuando me devora con suaves dentelladas. El sabe, que me hace sufrir más con su suavidad que con sus arranques de furia. Ultimamente ha demostrado alguna capacidad para las letras, transcribo sus textos tal cual los recibo, para que ustedes me digan si lo debo hechizar y perder su magia.

miércoles, 19 de agosto de 2009

Esto es todo...

No quiero abrir los ojos, esta sensación de placer se puede escapar.
Mejor los abro… Pero… ¡¿Quién apagó la luz?!
-Shhhh… acostúmbrese despacio.
-¡Quién dice!, ay, por Dios… no veo… no veo… me quedé ciega. ¿Sos vos mi amor?
-Podría ser su amor, pero le digo que no está ciega, y que se quede tranquila. Necesito que mantenga la calma para contestar unas preguntas… Ah, y no necesita un abogado.

No puedo creer lo que me pasa. Abro los ojos en una nube de penumbras y destellos. Infinitas estrellas en un magnífico cielo oscuro que distingue algunas figuras transparentes.

-¿Más tranquila?
-Y, si nadie va a darme explicaciones… me alcanza con esta sensación de paz. Usted dirá.
-Es un poquito largo… pero es parte del protocolo. Lo que pasa es que después la gente reclama, pide explicaciones… y debo documentar todo para que no haya malos entendidos. Pedro ¿Trajiste el libro? Bien…
Comenzamos… El día tanto de tal año las Siete Preguntas contempladas en el procedimiento de admisión son efectuadas por mí, quien antecede en todo. La señora … de tantos años de edad… nacida en… que completó sus estudios en … casada en primeras nupcias con don… madre de… hermana de… hija de… Bueno, lo de rutina Pedro, fijate en el libro azul… Pedro ¿Vas tomando nota? Sí, bien.

Reconozco que me siento plena, lúcida, todavía recuerdo quién soy, sólo me preocupa que no me acuerdo si cerré bien la puerta de casa… Ay, qué cosa… con todo lo que pasa hoy en día.

-Pregunta Número Uno ¿Usted, es una buena persona?
-Bueno… yo creo que soy una buena persona, pero también soy cruel y sarcástica y me decían Mald…
-Bueno a mí también me lo han dicho…Pregunta Número Dos ¿Ha sido una persona feliz?
-Depende de lo que usted piense de la Felicidad… yo digo que sí porque he pasado cosas tremendas con una inmensa alegr…
-Pregunta Número Tres…¿Usted ha sido Alegre?
(Comienza a ponerme un poquito de mal humor que me interrumpa y no pueda completar el verdadero pensamiento) .
-Señora no se le piden pensamientos, se le piden hechos concretos.
-Sí, he sido una persona alegre, infinitamente alegre, muy alegre, tremendamente alegre, alegrísima he sido... una reverenda …
-Pregunta Número Cuatro ¿Angustias, desencantos, desilusiones, dolores?
-Miles, muchos, demasiados, ahora tengo uno atravesado en el pecho…
-Pregunta Número Cinco ¿Fue Creativa?
-Con ese cuento me he ganado la vida.
-Pregunta Número Seis ¿Respetó la Naturaleza?
-Confieso, maté mosquitos, atrapé babosas –de chica me las comía con sal y todo- ah, pero no derroché ni una gota de agua, maté moscas, liberé mariposas, sapos, lagartijas, perros, gatos –una vez me mordió uno y…
Pregunta Número Siete ¿Mató a Alguien?
-Sí
¿…?
Sí, sí. He hecho un perfecto genocidio gracias a la indiferencia…
-Pregunta Número Ocho…
-Pero no eran siete preguntas…
-Sí, pero las reglas son mías y me gusta esta sensación de poder…
Pregunta Número Ocho ¿Amó?
-Hasta la locura, daría mi vida, mi alma entera por…
-¿Recuerda el Postulado Fundamental de la conversión de Masa-Energía?
-Deme un segundo…"El resultado más importante de la teoría de la relatividad restringida se refiere a las masas inertes de los sistemas corpóreos. Se ha determinado que la inercia de un sistema depende necesariamente de su contenido de energía y esto conduce en forma directa a la noción de que la masa inerte es energía latente. El principio de conservación de la masa pierde su independencia y se fusiona con el de conservación de la energía"

-Aprobada, es libre…
-Libre, libre ¿Lo que se dice ejercer libertad plena?
-Sí, es libre de hacer lo que más quiera.
-Ah, pero después no me venga con el cuento del libre albedrío y me condene.
-¿Quién le dijo eso? Ya vinieron miles con el mismo cuento. No crea todo lo que dicen por ahí.
-¿Ah no? Por no creer fui quemada en la hoguera.
-Vaya, me da risa, mire.
-A usted porque no le pusieron briquetas entre los dedos, ni lo han rociado con combustible…
-No, eso no, pero me han hecho cosas peores. Vaya, le digo, vaya y siga haciendo de las suyas que gracias a gente como usted algunos pocos se van acercando.
-…Y…¿A dónde voy?
-Usted no va, usted es el camino hacia el que hay que ir…todos somos el camino hacia el que vamos desde donde venimos.

Detalle infantil

El perfume de los jazmines anuncia la Navidad. Esas estrellas blancas que se encienden sobre el verde, son el presagio de las fiestas que se convocan alrededor del pesebre.

Una vez más me toca armar el corral divino. Hace un par de años que me dejan tocar las figuras de yeso, algo antiguas por cierto, y disponerlas a mi antojo debajo del árbol pagano. Confieso que me encanta pero después, el hecho que se convierte en obligación, me aburre, y ya no me interesa si las imágenes parece que van o vienen.

Cuando saco cada figura de la caja en la que las guardan, pienso que podría ser un pesebre con unas pocas figuras suplicantes, con más colores, quizás con algún oro profundo o unas telas reales. Las miro detenidamente, me retiene infinitamente cada detalle, busco en sus rostros una sorpresa de vida, un movimiento inesperado. Imagino que me miran. Sería feliz con un parpadeo.

Preparo los personajes y busco la viruta que dispongo como gruta. Vuelvo a descansar en María, esta vez me parece que está más angustiada que antes. ¿Cómo puede ser que esté tan triste? Casi adivino un rostro sensible entre los pliegues del manto. Una tela celeste con detalles dorados. Finas y delicadas líneas doradas que dibujan el borde y enmarcan las manos en súplica que ella ha juntado. ¿Qué deseo pedirá María? Por favor, que llegue pronto, que cambie el mundo. Por favor que no sufra. Por favor que no tenga frío.

Me olvido de los pedidos que imagino en ella y ato el ángel con una cintita dorada , lo cuelgo de alguna rama baja. Así se balancea ante las figuras como si viniera del cielo. El ángel es la figura que más me gusta, lo imagino solitario y libre, dueño de secretos, vocero de anuncios divinos, puede volar, es magia. Entonces tomo a José entre mis manos y me inunda la pena, sus ropas no son tan cuidadas y tiene la cabeza gacha, parece mirar el suelo, parado en un ademán de reflexión y firmeza. Tiene un pegote endurecido alrededor del cuello, parece que alguna vez perdió la cabeza. Heridas profundas de una historia que quedó en el anonimato.

Dispongo los pastores, cargan las ovejas sobre sus hombros. Desparramo el rebaño de corderos. El buey y el burro coronan la escena.

Me abrigo en el manto de mis anhelos.

Ante tanta inocente belleza, me tomo el atrevimiento y pongo un caballito de plástico blanco que rescaté con los indios, me recuerda la libertad y el vértigo, con las crines al viento rompe la majestuosa e inmaculada procesión de personajes, le digo en secreto que corra, yo lo llamo Piesligeros.

De cómo Andrómeda le pidió una aguja a Dédalo.












Los antojos pueden ser difíciles de satisfacer. Pasó algo de tiempo para que Andrómeda me entendiera cuando se lo dije.

Ella había quedado atrapada entre las rocas, aún esperando que Perseo la rescatara. Perseo, en ese momento, se entretenía con las Gorgonas convirtiendo en roca la maldad y dispuesto a cumplir con heroísmo los designios de Zeus.

Así estaba ella, el viento estropeaba su piel y despeinaba su larga cabellera, atada a la roca – con hilos de Aracne, imposibles de desatar para cualquier mortal que se precie -se relamía en su papel de víctima del destino. Una espera sin sentido cuando la línea del abismo es entre la vida y la muerte. Las olas volvían sordo el letargo de la paciencia. Pasaba el tiempo y las piernas se le entumecían. Fue cuando escuchó los lamentos. Algún mortal aullaba de dolor y de espanto. De repente Abelardo llegó a esconderse en la curva angosta de la misma roca, llegaba en túnicas manchadas, con los cabellos despeinados, no por el viento sino por la desesperación.

Andrómeda logró calmarlo con canciones intensas, y así se enteró de cómo había sido castrado por el tío de Eloísa, su discípula y enamorada. Él había llegado hasta el mar buscando un refugio donde desparramar sus desprolijidades, sus insultos, su furia. Quería un escondite en donde pudiera mostrar sus bajezas y no fuera considerado impropio de un hombre como él.

Compartieron la roca. Para Andrómeda y para Abelardo, la roca era perfecta, era el punto de inflexión de sus historias.

Ella lo escuchó y él descargó su desconsuelo. Entonces entablaron conversaciones infinitas y miradas interesadas en descubrir sus misterios. El murmuraba sobre el bien y el mal, la verdad, el amor, la libertad… Ella se perdía pensando si prefería los monstruos o la maldad del hombre, la indiferencia o el amor incondicional como el de Eloísa. Eloísa le daba celos, esa mujer era un encanto. No le importaba su mortalidad, sino la magia que despertaba en Abelardo. Según él le contaba, era una mujer inteligente que tomaba el mundo en sus manos, con curiosidad, con imaginación y revelaba nuevas inquietudes. Eloísa estaba enamorada de Abelardo. Andrómeda lo entendía, ¿Quién no podía enamorase de un hombre como Abelardo?, admirable, con la oratoria de los reyes, con una mirada que envolvía el horizonte y desnudaba los precipicios del cosmos.

Abelardo y Andrómeda siguieron buscando palabras que conectaran sus destinos. Abelardo le cantó las canciones que dedicaba a Eloísa pero que Andrómeda inspiraba.

Andrómeda, tendida en la roca, lloraba un poco, se había enamorado.

Cuando vieron una figura acercarse en el horizonte, comenzaron a desprenderse. Abelardo no soportaría la desilusión si aquella figura fuese Perseo. Entonces se despidió buscando una sonrisa en la boca de Andrómeda, acomodó los cabellos de ella -húmedos de amor y de tormentos- que apenas entendía entre la maraña de viento y sus deseos de amarla.

Abelardo se dispuso a olvidar a Andrómeda en los ojos de Eloísa.

La figura que se acercaba era Ícaro, mi hijo, que pasó volando al probar las alas de cera y plumas que le hice. El le contó de mis artesanías y ella le pidió mi asistencia, entonces yo tuve que entenderme con ella.

Al verla me asombró tanto su belleza despreocupada como su indiferencia. Más me asombró su pedido, me encargó una unión indestructible, que perdure en las adversidades, entre los hechizos, entre las verdades.

Volví con una ocurrencia agujereada en el extremo y Andrómeda pasó por el ojo del agujero la punta del hilo de Aracne que la ataba. Ese mismo hilo que la sujetaba, más tarde la liberaría en misiones de componer destinos, tejer desuniones, cerrar las heridas, volver uno las separaciones.

Perseo llegó en el momento justo. Y ella vio en él el desenfreno que Abelardo nunca le había mostrado.

Las voces del círculo

Bajo la bruma, reunidas en círculo pagano, cuentan las viejas brujas -no las de sombrero y escoba, sino las de humedades y rescoldos- que las ninfas se ahogan con sus propios suspiros. Dicen que quedan aletargadas, cual bellas durmientes, y van perdiendo potencia en cada respiro, ni hablar de sus cualidades que guardan para sus adentros y dejan un vacío de oportunidades que malgastan el alma.
Adorando las estrellas unen sus voces y también sus alientos, las viejas relatan las historias, hilvanan palabras que llenan de sopor, conectan la noche y el día, reunen a los mundos sensibles.
Dicen o aúllan que Ina dejó caer su último suspiro por fastidio, y que alguna otra lo dejó caer por angustia, Khara se zambulló por cansancio, pero la historia en la que se concentran es la de Aligs , que se ahogó por amor.
Sueltan que entre las noches y los días ya no había retorno, que tampoco podían traerla los amaneceres, que Eldwin, el rey, la había mirado. Aclaran que a pocos mortales las ninfas se muestran, y de ellos, los menos se atreven a mirarlas a los ojos.
Él con su armadura, se dejó vencer por los reflejos que dibujaban las aguas, por los arabescos que iluminaban y resplandecían, confundían y hechizaban. Entre esos destellos, la descubrió. Vio un rostro debajo de los líquidos almibarados de la fuente, vio o creyó ver una mirada, apenas unas pestañas que podrían ser algas, y entre esos pensamientos se perdió, llegando a lo profundo de los ojos de Aligs. Y se dejó seducir por los murmullos de las olas. Y se dejó caer por las ondas de corrientes misteriosas. Ella mantuvo la mirada, descubriendo luces en los metales azules, consumando un rostro, alimentando sus fantasías. Se asombraron de sus descubrimientos, sin atreverse a pestañar. Tarde. El hechizo estaba realizado, perturbó la mente del rey y a ella sólo le destinaba un suspiro.
Dicen que de las ninfas nacen los héroes.
¿Perdón?, sentencian las brujas del corro, ¿Acaso algún héroe nació ayer?

Vuelven

Una mañana de oscuridad me los habían robado.
Anoche, a pesar de la tormenta, bajaron desde una estrella.

Vuelven, ellos saben dónde es su casa.